domingo, 31 de mayo de 2015
El Derecho al Descanso
A LOS ACADÉMICOS DE LA ACADEMIA DE TURISMO DE
LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA, POR SUS VALIOSAS APORTACIONES
AL TURISMO DE MÉXICO.
Lic. Leobardo Conde Valenzuela.
En nuestro país se tienen
oficialmente siete días de descanso que son: el 1 de enero, el 5 de febrero,
el 21 de marzo, el 1 de mayo, el 16 de septiembre, el 20 de noviembre y el 25
de diciembre. Varias de estas fechas se recorren a lunes o viernes con el propósito de
facilitar la salida de paseante a los sitios turísticos de la república
mexicana, y de esta forma disfrutar de tres días de descanso. En Japón tienen
16 días festivos, Brasil 11 y España 14, por citar algunos países.
Por su parte la Ley Federal del
Trabajo establece que en el primer año de labores, al trabajador le
corresponden seis días de descanso, con la posibilidad de lograr dos días
adicionales por cada año de antigüedad, hasta llegar a un máximo de doce días.
Que Ley tan mezquina. El trabajador al cumplir treinta años de servicios,
tendría 64 días de descanso ¿ acaso no vale el haber dedicado la mayor parte de
su vida al trabajo?.
En el caso de la burocracia, estos
trabajadores al año de servicio cuentan con dos períodos vacacionales pagadas,
cada uno de 10 días hábiles, es decir, 20 días hábiles al año. Pero también en
este sector, se tiene al ámbito educativo, que con sus prerrogativas tiene más
de 60 días de vacaciones pagadas al año.
Por otra parte, la planta turística
depende fundamentalmente de los períodos vacacionales y días festivos que se
tienen en el calendario. Sin embargo, esta situación satura tanto las vías como
los medios de transporte que utilizan los paseantes, por lo que sería más
conveniente, programar las vacaciones a nivel nacional por entidad federativa,
de tal manera que durante el año los trabajadores, convertidos en turistas,
puedan conocer a su país.
Es lamentable que en México el
concepto que se tiene respecto al derecho al descanso y al tiempo libre se
distorsione, ya que en la mayoría de los casos el patrón pretende “ vendernos “
el tiempo de las vacaciones como un
favor, como una ayuda, y no lo considera como un derecho esencial que tiene el
trabajador.
La Declaración Universal de los
Derechos del Hombre emitida en 1948 por las Naciones Unidas, establece que “
toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una
limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas
pagadas “.
Desafortunadamente nuestra sociedad
tal parece que no ha asimilado el derecho al descanso y al tiempo libre, que es
el goce de un derecho legítimo e irrenunciable, llegándose al grado de premiar
el patrón al trabajador que declina este derecho, ya sea en el sector público o
privado ,o en muchas ocasiones, por su situación económica difícil, es el
propio trabajador el que solicita al patrón que le pague sus vacaciones, las
que ya no disfruta.
Mientras en México el derecho al
descanso y al tiempo libre es de seis días de vacaciones por un año de trabajo
para llegar a 12 días, en otros países se otorgan en promedio 30 días por año.
Esta posición tacaña en nuestro país, trae como consecuencia una clase
productiva no tan provechosa, ya que se tiene una planta laboral cansada y
fastidiada de su centro de trabajo, lo cual evidentemente afecta la
productividad laboral, pero también la satisfacción en el empleo, lo que daña a
ese equilibrio necesario que debe existir de un desarrollo y fortalecimiento
sano del núcleo familiar.
Por lo regular para el patrón, el
trabajador que no toma sus vacaciones, es un empleado modelo en su organigrama.
Lo grave es que en nuestra realidad social, no se conceptúan unas vacaciones
largas, que contribuyan a recuperar y mejorar la convivencia familiar, de por
si bastante deteriorada más aún por el uso de la tecnología, la identidad y los
valores del núcleo familiar mexicano, tan averiada desde hace ya varios años.
Ese uso del espacio vacacional y del
tiempo libre, también influye de manera importante en incrementar la identidad
con nuestra historia, con nuestra cultura y con los valores que nos
enorgullecen como mexicanos que somos. Por si fuera poco, recorrer el país
contribuye de manera importante, al desarrollo económico de las comunidades y
poblaciones que se visitan, por el gasto que realiza el viajero.
Por todo ello, el crecimiento
socio-económico de México debe sustentarse en la actividad turística bajo tres
vertientes principales: períodos vacacionales amplios, escalonar las vacaciones
por entidad federativa y otorgar salarios justos. Es importante también
fomentar y fortalecer al turismo carretero, tanto nacional como extranjero,
apoyándolo con servicios eficientes que faciliten su desplazamiento, ya que
este turista es el más benévolo y valioso en el desarrollo de las regiones de
nuestro país.
Muchas gracias. Mayo de 2015.
lunes, 4 de mayo de 2015
La Pobreza y el Turismo en México.
OPINIÓN DEL PRESIDENTE DE LA ACADEMIA DE TURISMO, CORRESPONDIENTE A ABRIL DE 2015.
Lic. Leobardo Conde Valenzuela.
Las Naciones Unidas de la que forma
parte México, ha establecido que la justicia social es la meta principal que se
tiene en las sociedades, ya que de ello depende la generación de procesos de
desarrollo sostenido, que permitan garantizar la dignidad y el bienestar para
todos los seres humanos. Sin embargo, los avances han sido muy raquíticos.
En el año de 1995 en la Cumbre de
Copenhague organizada por Naciones Unidas, se definieron tres objetivos
centrales:
1.- La erradicación de la pobreza.
2.- La promoción del pleno empleo.
3.- El fomento de la integración
social, particularmente de los grupos más desfavorecidos.
A 20 años de distancia, se observa
que en nuestro país poco se han modificado los tres objetivos antes mencionados.
Por ello comentaremos algunos datos
proporcionados por el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social
de México, ( CONEVAL ).
En lo que respecta a la medición de
la pobreza, en el renglón de los ingresos de las personas, con datos de 1992 a
2012, la variación es de solamente 8 décimas menos, al pasar de 53.1% en 1992 a
52.3% en el 2012.
Frente a este antecedente debe
destacarse, que si bien en términos relativos la pobreza se ha mantenido “
constante “, en números absolutos la situación se vuelve impresentable, ya que
entre los años antes mencionados, el número de personas en pobreza aumentó de
46.13 millones en 1992 a 61.35 millones de personas en el 2012, un insultante
33% más. Es decir, cada año en promedio, 700 mil personas se agregaron a las
filas de la pobreza en México, registrándose en el área urbana el mayor número
de personas que han caído en esta situación, pues se pasó de 23.14 millones en
1992 a 33.32 millones en el 2012, es decir, el incremento fue de un preocupante
44%.
En término de hogares, el CONEVAL
informa que en 1992 se estima que había 8.24 millones de hogares que vivían en
pobreza, mientras que para 2012, la cifra creció a 14.17 millones de hogares,
es decir, más del 50% del total que existía en ese momento en el país. En lo
que corresponde al ámbito de la vulnerabilidad, no solo no se redujo sino que
aumentó, pasando de 21.7% de la población en el 2008 a 23.3% en el 2012.
En base a información del Instituto
Nacional de Estadística ( INEGI ), del total de personas que trabajan, se
estima que el 13.5% recibe ingresos por debajo de un salario mínimo al día; el
24.2% percibe ingresos de dos a tres salarios mínimos, mientras que el 7.4% no
perciben ingresos por el trabajo que desempeñan.
Por el contrario, el 14.5% de la
población ocupada recibe entre tres y cinco salarios mínimos diarios, mientras
que únicamente el 6.6% de los trabajadores, tienen ingresos por arriba de los
cinco salarios mínimos diarios. Es decir, solamente 3.27% millones de los más
de 49 millones que trabajan, obtienen ingresos superiores a los 330 pesos
diarios, aproximadamente 10 mil pesos mensuales.
Otro indicador complicado, es el de
la ocupación en el sector informal, el que asciende al 31.8% de la población
ocupada.
Ante este grave escenario de pobreza en
nuestro país, el pasado mes de febrero de 2015, el Banco de México informó que
en el 2014, el crecimiento del turismo registró un avance importante al captar
16 mil 258 millones de dólares de divisas turísticas, y se recibieron a 29
millones de turistas del extranjero, cifras que muestran incrementos con
relación a 2013, del 16.5% y 20.5% respectivamente.
A la información anterior, habría que
sumar los más de 80 millones de turistas nacionales que durante el año visitan
los diferentes centros turísticos del país, y quienes son los que
principalmente sostienen a la planta turística de todas las regiones de nuestro
territorio.
Como es del conocimiento general,
México cuenta con una amplia y variada oferta turística cultural, histórica y
ecológica así como con servicios turísticos para todas las posibilidades
económicas, sin embargo, consideramos que su desarrollo y la demanda no
corresponde a la oferta que se tiene, esto derivado de políticas, tanto
públicas como privadas y sociales que no se proyectan y se realizan de una
manera eficiente en beneficio de la población. Ahí tenemos como prueba fehaciente,
los cinturones de miseria que se generan alrededor de los principales centros
turísticos del país. También el turismo está en deuda con los mexicanos.
La actividad turística, según cifras
del INEGI, contribuye con el 8.4% al Producto Interno Bruto, y con datos del
2012, se nos informa que el transporte de pasajeros participa con el 17.1%, el
alojamiento con el 8.1%, las agencias de viajes y tour operadores con el 0.9%,
las segundas viviendas con el 3.7%, los tiempos compartidos con el 0.9%, los
servicios de alquiler y negocios con el 22.2%, los bienes y artesanías con el
15.7%, los restaurantes, bares y centros nocturnos con el 9.9%, el comercio con
el 8.6%, los servicios de esparcimiento con el 1.8% y otros servicios con el
11.1%.
El turismo ha demostrado que con
mucha facilidad genera empleos, redistribuye el ingreso y capta divisas, por lo
que en este panorama de pobreza y de falta de empleos en México, la actividad
turística, con urgencia, debe convertirse en la verdadera prioridad nacional,
pues a pesar de que algunos Presidentes de la República así lo han señalado, en
los hechos esto no ha sucedido.
Nuestro país atraviesa por diversos
problemas complejos, siendo uno de ellos
la poda presupuestal que se llevó a cabo
para el presente año, y para el próximo estos recortes serán más severos, de
los que no escapa el raquítico presupuesto del turismo. ¿ No sería más
saludable reducir drásticamente el presupuesto a los partidos políticos, que
por cierto no forman parte de estos ajustes, y entregárselo al desarrollo y
fortalecimiento de la actividad turística para beneficio de nuestra nación?
Muchas gracias.
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